Miradas panamericanas VI: Aimé Césaire

una voz francófona en la koiné literaria afroamericana

Aimé Césaire nació en Basse Pointe, ciudad de la isla Martinica, Antillas francesas, en junio de 1913, en el seno de una gran familia afroamericana, en la que el padre era un pequeño funcionario y la madre costurera. Voces, ritmos y colores de su lugar natal, bordeado por el Mar del Caribe, marcarán para siempre su quehacer poético y literario. Inició sus estudios en la capital isleña, Fort-de-France; siendo excelente alumno del Lycée Schœlcher, pudo continuar sus estudios gracias a una beca del gobierno francés en el Lycée Louis Le Grandde París. Allí conoció al poeta y ensayista senegalés Léopold Sédar Senghor (1906 -2001), futuro presidente del Senegal, con quien empezó a colaborar, junto a otros estudiantes, Birago Diop, también senegalés, y Léon Gontran Damas, guayanés, en la fundación (1934) y redacción del periódico anticolonialista “L’étudiant noir” , acercándose a los temas sociales y a la teoría de la “Negritud”, lema ideológico que representa y difunde los valores culturales de todas las poblaciones de origen africano, sin rechazar del todo las culturas ajenas, siguiendo más bien un propio camino democrático marcado por sus distintas herencias sociales e históricas.  Después de graduarse en 1935, Césaire escribirá una de sus obras más valiosas: le “Cahier d’un Retour au Pays Natal”,drama en versos , que sucesivamente convertirá en obra teatral, de la que procede ese breve pasaje:

«¿Pero ¿quién gira mi voz? ¿Quién está desollando mi voz? Golpeándome en la garganta con mil colmillos de bambú. Mil estacas de erizos de mar. Eres el fin del mundo sucio. Eres un odio sucio. Eres el peso del insulto y cien años de latigazos. Tienes cien años de mi paciencia, cien años de mi cuidado solo para no morir.»

En 1937 se casa con una estudiante, también martinicana, Suzanne Roussi. Juntos regresarán a su isla en 1939, con encargo de docentes en el mismo Lycée Schœlcher.Aquí, el matrimonio Césaire-Roussi, respaldado por otros intelectuales isleños, René Menil y Aristide Maugée, intenta la renovación literaria y artística de su tierra, fundando en 1941 la revista Tropiques, con la finalidad de recuperar el patrimonio cultural afroantillano y francófono en particular. Sin embargo, los acontecimientos de la segunda Guerra Mundial conllevan una situación económica muy difícil, mientras el gobierno colaboracionista francés de Vichy envía al Archipiélago el almirante Robert, quien establece un régimen represivo, cuya censura persigue ferozmente todo tipo de oposición. La guerra también vio el paso de André Breton a Martinica. El maestro del surrealismo conoció a Césaire en el mismo 1941, descubriendo con asombro la poesía del autor martinicano, quien, a su vez, acogerá en su labor literaria la influencia surrealista.

TOPSHOT – A boy looks at the houses on the mountain in Jalousie neighborhood, in Port-au-Prince, on August 16, 2017. / AFP PHOTO / HECTOR RETAMAL (Photo credit should read HECTOR RETAMAL/AFP/Getty Images)

Sucesivamente, Césaire pasará seis meses en Haití, invitado por el Dr. Mabille, agregado cultural francés, desempeñando investigaciones históricas y dando conferencias en sedes culturales; esta experiencia le inspirará un importante ensayo sobre Toussaint de Louverture (1743-1803) y un drama teatral dedicado al rey Henri Christophe (1767-1820), ambos héroes de la independencia haitiana. Después del conflicto, regresando a Martinica, el poeta acepta entrar en la carrera política, que le llevará a ser elegido alcalde de Fort de France, en 1945. Siempre en la Coalición de Izquierda, el año siguiente, obtendrá el escaño de diputado de Martinica en la Asamblea Nacional Francesa.

Como diputado, Césaire será, en 1946, el relator de la ley que convierte las colonias de Guyana Francesa, Guadalupe, Martinica y Reunión, en Départements franceses. Césaire se da cuenta de que este importante cambio de estatus facilita la emancipación  social y económica de las poblaciones indígenas, pero al mismo tiempo sigue exigiendo la preservación y el desarrollo de sus culturas y ambientes; por eso viaja incesantemente entre las Antillas francesas y París, donde fundará, junto con el senegalés Alioune Diop y el guayanés Guy Tirolien la revista Présence Africaine, en la que pudo publicar en 1950 su ensayo «Discours sur le colonialisme”, atrevida filípica y al mismo tiempo lúcido análisis de la brutalidad colonial europea.  Tras la invasión soviética de Hungría, Césaire creó el Partido Progresista de Martinica, rechazando doctrina y actuación de los Partidos Comunistas filo-soviéticos. Su actividad política acompañará larga parte de su vida, trabajando como diputado y alcalde de Fort-de-France durante 56 años. Pese a esos encargos, Césaire nunca abandona su labor literaria, publicando varias colecciones poéticas, fuertemente marcadas por acentos surrealista: “Soleil Cou Coupé” en 1948, “Corps perdus” en 1950,” Ferrements” en 1960. También prosigue con sus obras teatrales, entre las que destacan “Et les chiens se taisaient” ; “Une saison au Congo” (1966) drama dedicado a la vida y asesinato de Patrice Lumumba, padre de la independencia congoleña ; “Une tempête “(1969) inspirada en la obra de Shakespeare, donde carga contra las injusticias del racismo colonialista  y reitera con fuerza el derecho de los afroamericanos a su propia identidad.

“Une Tempête “, ACTO II, Escena I del texto:

CALIBAN

¡Dime, mi pequeño Ariel, a veces me pregunto si no estás loco! ¿Puede la conciencia nacer en Próspero? ¡También podrías pararte frente a una piedra y esperar a que crezcan flores!

ARIEL

Me desesperas. A menudo he tenido el sueño estimulante de que algún día, Próspero, usted y yo, como hermanos, actuaríamos, construiríamos un mundo maravilloso, cada uno aportando sus propias cualidades: paciencia, vitalidad, amor, fuerza de voluntad y minuciosidad. , sin contar las pocas bocanadas de sueños sin las cuales la humanidad perecería de asfixia.

CALIBAN

No entendiste nada en Próspero. No es un tipo para colaborar. Es un tipo que solo siente si aplasta a alguien. Una trituradora, una trituradora, ¡ese es el tipo! ¡Y hablas de hermandad!

Césaire falleció en Fort-de-France en 2008, a la edad de 94 años. Su obra narrativa, más de catorce textos entre colecciones de poemas, ensayos y teatro, traducidos a muchos idiomas, supo captar la psicología humana con una mirada increíblemente moderna y vuelta al futuro.

No cabe duda que la ideología emancipadora de la Negritud representó un significativo vuelco democrático y cultural en el camino antiracista, pero no se puede pasar por alto el papel preparatorio desarrollado por unos autores cubanos, en su actitud de revalorización y emancipación de la componente afroamericana.

Así Gerardo Del Valle, escritor y periodista cubano (1898–1973), fue uno de los primeros autores de tendencia negrista, con sus numerosos artículos, cuentos y novelas cortas, entre los que destacan “Las dos glorias” (1925), “Demasiado tarde” (1927) y “Un hombre gordo y un hombre flaco” (1928). Igualmente Rómulo Lachatañeré, (1909-1951) fue autor de estudios antropológicos y, sucesivamente, de una antología de cuentos, publicada en 1938 bajo el título “Oh, mío Yemayá!”. Ambos autores investigan el substrato cultural de la poblaciones afrocubanas, divulgando sus supersticiones, mitos y leyendas, apostando al mismo tiempo por su emancipación social y civil. Pero es sobre todo con la llegada de Nicolás Guillén (Camagüey ,1902- La Habana, 1989) que la componente afroantillana irrumpe con fuerza en el panorama literario internacional. Tras abandonar los estudios universitarios para dedicarse al periodismo y a su actividad de poeta, participando en las protestas de la oposición política, este autor sufrirá cárcel y exilio en distintas ocasiones. Su obra poética, inicialmente caracterizada por los ritmos tradicionales de la considerada “poesía negra” oral antillana (Motivos de son, 1930 – Songoro Cosongo, 1931) se acercará a un mayor empeño social y político con el tomo West Indies Limited (1934), sin renegar, ni con una coma, de su herencia cultural y humana de mulato. Su vida y obra pasarán por los atormentados acontecimientos del siglo XX, a partir de las dictaduras y represiones en Latinoamérica hasta la Guerra Civil española, para acabar con el triunfo de la Revolución Cubana y la Guerra Fría. Desempeñó importantes cargos como director de revistas y presidente de la Unión de Escritores Cubanos. Entre sus numerosas creaciones literarias, a menudo inspiradas por el postmodernismo, destacan, entre otras: “Cantos para soldados y sones para turistas”(1937); “El son entero” (1947); Poemas de Amor” (1964) “El diario de a diario” (1972); “Prosa de prisa” (1976), selección ésta de sus trabajos periodísticos.

Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.

Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera es
la voz entera del sol.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.

Nicolás Guillén, “Motivos de Son”

La actuación político-cultural de las poblaciones de origen africano ha enriquecido y sigue enriqueciendo con su originalidad los cambios sustanciales que han modificado la vida de sus comunidades en la mayoría de los Países occidentales, sobre todo en lo que concierne la igualdad y un equilibrio más correcto en asuntos laborales y en la participación a la vida civil. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer: en muchos casos resulta difícil superar los elementos de etnocentrismo que han erigido barreras culturales, a menudo herencias de la época colonial. Occidente aun precisa un esfuerzo para ampliar sus miras y aceptar, con tal que sean democráticas, las nuevas aportaciones culturales procedentes de otros modelos sociales.

“Corazón mío, para decir esto
se me parte la vida y la palabra
y no puedo seguir porque prefiero
irme con las palmeras africanas
madrinas de la música terrestre
que ahora me incita desde la ventana:
y me voy a bailar por los caminos
con mis hermanos negros de La Habana.”

(Pablo Neruda, “Bailando con los negros”, Antología “Canción de gesta”, XXXVI)


Nando Pozzoni